YO Y EL MÓVIL I

"Lovv(ed) Battery"

Suena la alarma. Otro día más, aunque este era diferente para él. No porque algún acontecimiento especial tuviera lugar hoy, sino porque era sábado. Y todo el mundo sabe que los sábados son los días en los que las palabras "estrés" y "obligaciones" se quedan guardadas en el cajón de la rutina, junto con la camisa y la corbata. Aunque a pesar de no ser día laborable, no podía falta una ducha por la mañana, ya que no era meticuloso para nada, menos para su higiene.

Se disponía a dar un paso hacia la ducha, como si de un modelo en su primer desfile se tratara, una pisada contundente pero con miedo a perder el equilibrio. Cuando se acordó que había olvidado el instrumento más indispensable para un hombre de su edad a la hora de ducharse, el móvil. Lo encontró sin demasiadas complicaciones, por lo que buscó entre su lista de aplicaciones la más adecuada para estas situaciones, Spotify. Una vez allí, pulsó en el modo aleatorio de la lista de reproducción "Que Tengas Un Buen Día". Mientras tanto, el agua corría de manera persistente, sin ningún miedo a escasez.

La lista de reproducción continúa, aunque, en esta ocasión, el escenario tenía una mejor acústica, la cocina. Ojeaba las noticias de los distintos periódicos, cuyas aplicaciones había descargado, mientras engullía bollería industrial a diestro y siniestro. Todo ello, sin ser consciente del lugar o tiempo. Parecía haber sido seducido, hacía tiempo ya, por el conjunto de píxeles en forma de imágenes, textos y vídeos.

A pesar de que la hora permanecía fija en la parte superior de la pantalla del móvil, no fue capaz de alcanzar a mirarla por un instante. Por lo que continuó leyendo en su seductora pantalla. Aunque en este caso un libro y sobre el sofá de su salón. El afortunado elegido se titulaba "Atrápalas en la red". Una guía fácil de leer, con la cual tenías asegurado poder ligar en cualquier red social, o al menos, eso era lo que afirmaba la descripción del libro cuando lo compró en la "tienda" de iBooks de Apple. No tenía una calidad literaria extraordinaria pero el contenido atraía al lector, el cual se sentía necesitado de este tipo de "literatura" para poder solucionar su problema con las mujeres, a la hora de intentar conquistarlas de una manera pasional. Al igual que le ocurría a él con su pantalla del móvil. Al parecer, tal fue la atracción que le supuso la guía que la única prueba de que continuaba con vida era cuando movía el pulgar para pasar página. Habían sido demasiadas horas de teoría, por lo que ahora debía llevarlas a la práctica. Alzó el pulgar para desplegar su menú de notificaciones cuando se percató de la hora que era. Debía comer si no quería que encontraran su cuerpo putrefacto, sobre el sofá de su casa, junto con un móvil todavía con "vida". Por ello, buscó comida. Pero no en la calle, ni en su frigorífico, sino en la web. El lugar donde poder comprar desde el alma de una persona hasta su propia virginidad. En este caso, no era eso precisamente lo que buscaba. Con cierta facilidad, llegó a encontrar una página donde comprar comida de calidad, a buen precio. Y, sobre todo, ese precio lo pagaba a través de la tarjeta. Por ello, cuando llegó la comida no tuvo que mantener ningún tipo de conversación cordial con otro humano.

Lo cierto fue que la imágenes con las que se publicitaba la comida eran de todos menos realista. Aunque ahora, con menos apetito que antes, podía continuar con su compañía de 15,81 de largo y 7,78 cm de ancho. Esta vez, se decidió por una película romántica. Que le llevará a la ficción de una perfecta vida amorosa y le hiciese ver lo cruda y dañina que era la realidad de una vida tan solitaria como la suya. Mientras la veía, observaba cómo las imágenes se reproducían de forma intermitente. Realmente desconocía si era debido a un efecto visual de la escena o al propio parpadeo de sus ojos. Después de esto, se despertó con el móvil aún encendido y donde se podía leer: "Reproducir de nuevo". El parpadeo se había convertido en siesta y esta en cuatro horas. 

Se percató que pronto los establecimientos cerrarían y sería cuando no tendría qué llevarse a la boca, ya que no volvería a utilizar más el móvil, por lo menos para comprar comida. Se vistió con lo primero que encontró tirado sobre su cama y salió, en un acto de valentía, a la calle. Justo antes de salir, recordó qué tipo de notificaciones iba a revisar antes de pedir la comida por Internet. Llevar a la práctica el libro significaba acceder a las distintas aplicaciones de esas redes sociales que, al igual que el libro, prometían una fiabilidad del 100% para encontrar el amor. Empezó con Meetic para pasar a eDarling, sin olvidarse de Badoo, acabando en Tinder, que era la que más le atraía, ya que le invitaba a conocer mujeres cercanas a su zona. Sin embargo, alzar el pulgar hacia la parte superior de la pantalla para comprobar las notificaciones le hizo, además de ver qué hora era, el porcentaje de batería restante, un 1%. Fue justo en ese momento cuando la pantalla se oscureció por completo y no respondía a pulgar alguno. La tristeza que sentía en aquel momento era dificilmente explicable. Solo comparable a perder un trabajo o un familiar querido. Aunque la vida de su móvil había puesto punto y final, la suya continuaba. Por lo que se lo guardó en el bolsillo, levantó la mirada y se enamoró.

"Segunda parte: YO Y EL MÓVIL II"

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SOBRE EL AUTOR

Este mundo de hoy va demasiado deprisa: quieren conocerme cuando no lo he hecho ni yo todavía.

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