YO Y LA OSCURIDAD

"Mi primera vez a oscuras"

Por más que me lo proponga, sé que nunca más volveré a hacerlo a oscuras, ya que volvería a dejar un espacio donde no debiera. Aunque a pesar de todo, fue una experiencia que nunca olvidaré. Toqué un poco más arriba, por lo que ya todo perdió sentido alguno. Debí calcular meticulosamente el lugar exacto donde colocaba el dedo porque en vez de tocar un círculo, me encontraba tocando una curva perfecta. Algunos pensarán que es fácil pero seguro que es porque no se han atrevido a ello. He de reconocerlo, me costó encontrar el punto pero si lo haces con pasión, todo termina encontrando su lugar. Como todo, una vez que empiezas siempre quieres acabar de la mejor manera posible, aunque lo difícil no es terminar sino no perder el hilo. Es decir, nunca debes levantar los dedos de donde los tenías puestos porque recuerda que estás a oscuras y tardarás en volver a situarte donde estabas antes. Dependiendo de dónde toques, la situación se quedará igual o será cuestionada. Lo más importante de todo es saber dónde situar las manos. En el centro, cerca pero no juntas, sin que se entorpezcan la una a la otra. A una distancia razonable, ya que si las separas demasiado, ninguna estará tocando nada y nada de esto tendrá sentido alguno. Por mucho que te guste, debes siempre recordar dejar un espacio, porque nadie sabe cuál puede ser el resultado de un tiempo en adelante. Como persona que lo ha hecho a oscuras, reconozco que sudas porque desaparece tu visión pero no la temperatura, y más si lo haces en verano. Aunque sea con la temperatura que sea, supongo que me acostumbraré más a escribir a oscuras porque te hace pensar en cosas que jamás pensarías nunca hacer, o tal vez sí, quién sabe, porque a oscuras todo se puede. Y a encendidas también pero sin luz todo tiene más morbo porque nunca sabes qué tocarás, si el círculo de la "O" o la curva perfecta del paréntesis.

"La oscuridad iguala como la muerte, pero sin hacer daño"


Puede llegar a resultar extraño pero, a mí entender, estos dos seres extraños de la naturaleza, como son la oscuridad y la muerte, tienen más en común de lo que parece. Lo primero, pero no más importante, es el hecho de que ambas están relacionadas con el negro. Una de ellas, la oscuridad, es más que evidente. En el caso de la muerte se debe a que desconocemos lo que nos depara cuando está nos viene a recibir para que marchemos con ella. Lo segundo, es que no hacen distinción alguna. Es decir, se trata de dos seres igualadores a quienes no les preocupaba la cantidad de dinero que tengas o la belleza que desprendan tus poros porque son capaces de hacerte desaparecer, ya sea quitándote la luz o quitándote la vida. Sin embargo, no iban a ser idénticos y si existe diferencia alguna es el daño y el sufrimiento que causan, ya que no hay punto de comparación entre el miedo que pasa el que teme a la oscuridad como el que teme a la muerte. Aunque, en cierto modo, la oscuridad se encarga de ser el paso previo a la muerte. Es el simulacro de lo que, esperemos que muy tarde, nos tocará vivir, o experimentar o sufrir, o quién sabe qué, y a lo que llamamos muerte por no llamar oscuridad desconocida.

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SOBRE EL AUTOR

Este mundo de hoy va demasiado deprisa: quieren conocerme cuando no lo he hecho ni yo todavía.

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