YO Y LAS ELECCIONES

"Las elecciones más importantes"

Y no, no me refiero a las que se están celebrando hoy, 20 de diciembre. Me refiero a aquellas que tomamos cada día, desde que suena el despertador a hora punta por la mañana hasta que nos adentramos en otro mundo, el de los sueños. Todas ellas, sin exclusión de ninguna, son sumamente relevantes ya que constituirán cada grano de la montaña de tu vida. Habrá ocasiones en las que el grano elegido derrumba por completo la montaña y será en ese momento cuando sabrás que ese grano no lo deberás elegir más. Otros, en cambio, optarán por lamentarse, convertir la arena en barro con sus lágrimas. Puede que esta última sea tachada como "la opción cobarde", como aquella que todos elegimos en algún momento pero que en ningún momento nos atrevemos a reconocer. Y realmente no debiera ser así. Abrir el grifo de nuestros ojos para limpiar las heridas que han aparecido en nuestro lavabo por haber tomado una mala decisión. Y es que para equivocarse hay que elegir. No se puede vivir en el abismo de la indecisión e intentar aquello que nos proponemos porque los sueños se cumplen eligiendo, tanto bien como mal. Por desgracia, en este mundo desigual, el calibre de las elecciones depende de la importancia del elector. A pesar de ello, todas esas elecciones deben ser tomadas por uno mismo, ya que elecciones tomadas por otros en nuestro nombre no son más que imposiciones. Y, tal vez sin darnos cuenta, vivimos repletos de ellas. Desde profesores hasta jefes, pasando por políticos, toman decisiones sin apenas consenso. Esto provoca que cuando la elección sea la correcta, los halagos sean individuales. En cambio, las malas decisiones tienen una culpabilidad colectiva. Por ello, no se trata de delegar más poder de decisión en un mayor número de personas -que también- sino de saber asumir responsabilidades. Todos tomamos malas elecciones. Ninguno las reconocemos.

"Elegir es descartar" 

Reímos por no llorar. Lloramos por no hablar. Hablamos por no callar. Callamos por no escribir. Escribimos por no leer. Leemos por no vivir. Vivimos por no morir. Y viceversa. Las elecciones son tomadas por argumentos, motivos y porqués que nos hacen dar el paso hacia el infierno o el cielo, la tempestad o la calma, la tristeza o la alegría. Aunque la dificultad de elegir reside en esos futuros "infiernos" o "cielos". Es decir, en no saber qué nos deparará nuestra elección. En estos últimos meses, hemos sido testigos de enchaquetados, y no tan enchaquetados, que nos prometían "el oro y el moro" si ellos eran los elegimos. Aunque realmente ni ellos mismos saben qué sucederá si son elegidos. Pero es ahí donde se encuentra la esencia de la vida. En desconocer el resultado exacto de nuestras elecciones. Ya que vivir en un mundo sin incertidumbre, donde conociéramos las consecuencias -tanto negativas como positivas- que acarrearían nuestras decisiones, nos convertiría en cobardes. Los valientes toman decisiones. Escuchan al resto para conocer diferentes puntos de vista. Pero finalmente deciden ellos mismos, siendo conscientes que serán los héroes o villanos de sus propias decisiones. Colón descubrió América porque decidió embarcarse rumbó a India, sí, pero gracias a ello consiguió desembarcar en un lugar nuevo, pero no por ello inferior. Y nosotros, somos "colonos" de nuestras decisiones. En ocasiones, las decisiones nos harán descubrir nuevas islas en las que no esperamos atracar. Aunque una vez allí, solo queda disfrutar de lo nuevo. Ya que lo nuevo no es sinónimo de mejor ni de peor, sino de desconocido. Pero acaso, ¿no se trata de eso el hecho de elegir? De olvidar lo antiguo para elegir algo nuevo. Y, una vez realizada la elección, nunca malgastar el tiempo pensando en qué hubiera pasado si hubiese elegido una opción diferente. Ya que si verdaderamente te hubiera gustado conocer la otra opción, no hubieras dudado en elegirla.

"Como popularmente se dice, los españoles somos ciudadanos que podemos elegir libremente"



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SOBRE EL AUTOR

Este mundo de hoy va demasiado deprisa: quieren conocerme cuando no lo he hecho ni yo todavía.

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